martes, 29 de septiembre de 2020

CUENTO PARECIDO A OTRO CUENTO


Me senté en el banco de la plaza y empecé a observar a la gente. Me urgía hacer un cuento, y que mejor que salir y buscarlo entre la gente cuando no se lo encuentra dentro de casa. Al rato, una pareja se sentó en uno de los bancos del otro lado del paseo; ella, un hembrón y él, parecía un luchador de UFC. Me los quedé observando mientras le buscaba la vuelta al cuento que escribiría a partir de la llegada de una pareja que se sienta frente a un escritor en busca de inspiración en un paseo público. Pero de pronto el tipo me miró, con aquella mirada ruda con que miran los luchadores de UFC. Me hice el distraído, bajé la vista, abrí el cuaderno, saqué la lapicera de un bolsillo y me puse a escribir. En eso recordé otro cuento que había escrito hacía tiempo, donde un luchador de UFC miraba fieramente a un tipo sentado en otra mesa del bar donde tomaban unos tragos. "La mirada", lo intitulé. Éste bien que podría llamarlo "Cuento parecido a otro cuento". Entonces apunté que el luchador que tenía sentado frente a mí venía a preguntarme qué miraba y qué escribía. En ese momento yo dejaba el cuaderno y la lapicera sobre el banco, me paraba y le daba la paliza de su vida y después me acercaba al hembrón y le preguntaba qué estaba haciendo con un perdedor como aquel que se revolcaba de dolor, entre espasmos moribundos. 

   Mientras tanto, entre idea e idea, les echaba una miraba y seguía haciendo anotaciones; a veces él lo notaba y otras no. De pronto, sentí que alguien venía hacia mí y al levantar la vista vi que era el luchador. "Cagamos dijo Ramos", pensé.

   ¿Qué es lo que tanto miras?, me dijo, con autoridad, postura y mirada de luchador. 

  Nada, le dije, miro para ustedes como para cualquier otra persona, al final, para algún lugar tengo que hacerlo, ¿no? Traté de parecer tranquilo, pero ya veía una rodilla en el mentón mandarme a un mundo parecido a estar en coma. 

  ¿Y qué escribís ahí?, me preguntó, señalándome el cuaderno con la quijada de jabalí. 

   Ah, esto, es un cuento, le dije, pero si tanto te intriga te leo de va, le dije. Entonces le leí lo que había escrito. El tipo achicó los ojos y haciendo un gesto de pregunta con la mano me dijo: 

   ¿Y crees que de verdad me harías eso que escribiste ahí? 

   Se refería a la paliza, sin dudas. 

  Claro que no, es apenas un cuento, es decir, otra forma de mentir. 

   El grandulón esbozó una sonrisa sarcástica que le desfiguró el semblante de piedra y se fue diciendo: 

   Sigue soñando entonces. Así que le hice caso. 

   Unos días después, cuando el cuento quedó redondito al tipo no lo reconocía ni la madre de la paliza que le di y el hembrón era la madre de mis dos hijos, ja. 

Licencia Creative Commons
CUENTO PARECIDO A OTRO CUENTO por FRANCISCO A. BALDARENA se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.
Basada en una obra en https://creativecommons.org/choose/?lang=es#metadata.

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