Nunca se le había dado por leer con tantas cosas importantes, más importantes, por hacer, que leer, ni digamos una novela sino un cuento por más breve que fuese, lo consideraba como tiempo perdido. Si hubo de hacerlo no era porque había cambiado de opinión, a su edad, setenta y muchos, hay cosas que ya ni vale la pena cambiar, vaya que se descubre algo que contradiga lo que se pensó como definitivo hasta ese momento, qué rabia, ¿no?, justo cuando queda tan poco para disfrutar, porque siempre queda poco tiempo, que no quepan dudas. Pero cuando algo ha de suceder, por más que se trate de evitar, sucede. Algunos llaman a eso destino, otros castigos y otros lo llamarán Ley de Murphy.
Pero ahí está él, un sobreviviente, a quien todos los caminos lo han llevado a esa biblioteca, leyendo para no aburrirse y para no dormirse, principalmente, si con ello arriesga perder quizás el que sea su último empleo. Tiene televisión y radio, pero su presencia allí debe ser completa, ojos y oídos.
Cada tanto deja el libro y da una vuelta para certificarse que todo esté en orden. Tras comprobar puertas y ventanas vuelve al libro, mate de por medio. Los dos primeros días lo hacía con desgano, no las rondas sino la vuelta a la lectura, a partir del tercero con resignación, y del quinto o el sexto en adelante con clara urgencia, ya no por recorrer pasillos y baños sino de seguir leyendo.
¿Lo había escuchado o leído, que en los libros está la vida misma, es decir la vida de todos? Quizás se le ocurrió a él, no puede precisarlo.
Lo cierto es que en la estantería de novelas sus manos dieron con el libro que lee en este momento: "Atrapado en la trama", y no puede salir de la historia, y no porque la trama siga dando vueltas en su mente después de abandonar la lectura, sino porque terminado su turno lo que sucede en la calle y en la casa es lo que leerá a la noche, en el próximo turno.
La autoría del libro es anónima, pero es como si su autor lo conociera, o más extraño aún, como si el libro lo hubiera escrito él. Sino, ¿por qué el protagonista es un viejo al que nunca le gustó la lectura y trabaja de sereno en una biblioteca, donde lee libros para no aburrirse aunque tenga una televisión y una radio a disposición que no enciende porque debe ser todo ojos y oídos, y un día cae en sus manos un libro llamado "Atrapado en la trama", donde cada noche lee lo que le sucedió, detalle por detalle, durante el día? Es como releer el diario íntimo, como un recordatorio del día.
Ah, ¿hice esto hoy?, ni me acordaba.
Uy, me olvidé de ponerle agua al gato, y así.
Algo ilógico, no obstante...
Claro que no habla con nadie sobre esto, lo que le falta ahora es que lo tomen por loco. Desde que se dio cuenta de lo que estaba leyendo, porque hubo de pasar varias páginas para advertirlo, lo perturba la pregunta sobre qué pasará en la última página. Aunque es tan fácil de descubrir no lo hace porque teme el final de la historia (¿su final?), o lo que ocurra, por ejemplo, allá por el medio del libro, o lo que sigue en la próxima página... y todo lo demás solo páginas en blanco de una novela inconclusa.
¿Y si al llegar a la biblioteca hoy y abra el libro lea que no ha ido a trabajar? Imposible, por el hecho mismo de estar leyéndolo, sin embargo... ¿qué otro significado puede tener el llegar a la biblioteca y leer que no ha llegado, entonces?
Sí, eso mismo, solo puede ser eso.
Se estremece.
..............................................................................................................
Suena el teléfono, nadie contesta.
Del otro lado del tubo el encargado de la biblioteca está preocupado porque el sereno todavía no ha llegado ni contesta las llamadas.
Hace una nueva llamada.
El teléfono suena, nadie contesta.
FINAL DE HISTORIA por FRANCISCO A. BALDARENA se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.
Basada en una obra en https://creativecommons.org/choose/?lang=es#metadata.
No hay comentarios:
Publicar un comentario