Enajenado del mundo desde chico, váyase a saber por qué traumática experiencia vivida, sabía que él mismo acabaría con su vida. Cada día anotaba en un cuaderno las minucias de un plan que nunca terminaba de convencerlo por completo; repasaba las anotaciones, hoja por hoja, y siempre encontraba una falla que fatalmente lo postraría en una cama, imposibilitándolo de concretizar con éxito el final de sus días en el mundo. Con ello, innumerables cuadernos, ya sin lugar para más correcciones, envejecían en un baúl a los pies de la cama de su autor mientras él ya trazaba en otro cuaderno un nuevo plan. Un día, ya viejo y vencido, escarbando entre sus pensamientos enredados encontró la clave por tanto tiempo buscada, que haría que su plan fuese perfecto, sin fallas, infalible. Entretanto lamentó el hallazgo tan a destiempo, porque la muerte ya entraba por la puerta de la habitación, trayendo consigo su propio plan; éste sí, perfecto e infalible.
El Plan Perfecto por Francisco A. Baldarena se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
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