Los Miguens estaban preocupados con el pimpollo de la casa, Leopoldito, que tenía dos años y se asemejaba a un cachorro de hipopótamo, no estaba por ningún lugar.
A la tarde voy a ver al farmacéutico, dijo don Jaime, para que prepare otro tónico, uno que no haga engordar tanto ni enflaquecer mucho.
Pero esa mañana, los Miguens volvieron a preocuparse con el pimpollo: Leopoldito noestaba por ningún lugar. Buscaron debajo de las camas, adentro de los roperos, en la quinta de verduras, en el galpón y nada de Leopoldito, entonces fueron a la parte de adelanre de la casa; si no lo encontraban allí quería decir que... Nadie se atrevió a terminar la frase.
Allí, entre la casa y las rejas de la calle, estaban los dos hermanitos mayores de Leopoldito, jugando a las figuritas.
¿No vieron a Leopoldito?, les preguntó Yoli, temblando de la cabeza a los pies.
Sí, mami, dijo uno, está ahí, señalándole las rejas.
Todos miraron hacia las rejas, pero ninguno vio a Lepoldito. Hasta que una de las rejas se movió.
LEOPOLDITO por FRANCISCO A. BALDARENA se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.
Basada en una obra en https://creativecommons.org/choose/?lang=es#metadata.
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