sábado, 26 de septiembre de 2020

LA MÁQUINA DE SOÑAR

 

El día que concluyó la máquina de soñar el científico loco se volvió loco de contento y habló bien alto, como un loco, ya que estaba solo en su laboratorio, diciéndole a nadie que ahora el mundo se rendiría a sus pies, y también rió porque se haría el hombre más rico de la tierra y podría dedicarse a tiempo completo y de cuerpo y alma y sin importarle los costos a sus otros inventos, tales como la invisibilidad y el viaje en el tiempo. 

   La peculiaridad de su máquina de soñar era que podía programar el sueño que se quería tener y, además, tener conciencia de que se estaba soñando, también, al momento deseado, permitía desconectar el sueño desde el sueño mismo (ésto quedaba al gusto del usuario, caso algo no saliera según lo programado), lo que le confería una extraordinaria practicidad. El usuario solo tenía que apretar un botón de un pequeño dispositivo sujeto a la muñeca, como un reloj común y corriente, y volver a la realidad instantáneamente. 

   Pero faltaba la prueba final, antes de darla a conocer al mundo, con lo que se puso a cargar el sueño con las informaciones necesarias en la computadora, que luego pasaría a un chip sabor chocolate que luego de tragado se disolvía en el estómago y a través de la corriente sanguínea la información se alojaba en el cerebro y daba inicio al sueño. 

   En la ventana correspondiente al número de coprotagonistas del sueño escribió: "uno", y debajo insertó la imagen de la mujer más linda del mundo (una modelo italiana que jamás en la puta vida le daría bola). En la ventana que correspondía a relación entre protagonistas escribió: "Enamoramiento a primera vista del coprotagonista" (el suyo lo obvió por innecesario, ya que estaba recaliente con la mina). En la ventana de localización del sueño escribió: "isla desierta" (para tener la minita solo para él y no ser interrumpidos en la hora "H", es decir todo el tiempo que durara el sueño, en el cual se lo pasaría dándole con un caño sin parar), y en la última ventana que era de la opción de apagado del sueño escribió: "apagado interno" (por las dudas, no vaya a ser que el cuero no le dé para tanto como quería y la modelo fuera una de esas hembras insaciable que siempre están queriendo más). 

   Con todos los ajuste hechos, el científico se acomodó en la cama de soñar y apretó el botón de inicio y de inmediato se transportó al sueño. Y todo iba de maravilla, la minita dócil como una esclava de harén, la isla idílica, el que te dije firme como una barra de acero, pero... Algo con lo que él no contaba lo transformó en el hombre más infeliz del mundo y el paraíso onírico el propio infierno. Pasó que la tal modelo se requete enamoró de él, y hasta ahí todo bien, pero resultó ser más celosa que hija de padre viudo y en un ataque de celos, después que él le contara que estaban en el mejor de los sueños, le arrancó el dispositivo de las manos y lo hizo pedazos contra una roca en la playa donde acababan de entreverarse, para que no volviera al mundo real y se enamorara de otra. 

   Mientras tanto, de este lado de la realidad, todavía se espera que el científico despierte de lo que se cree sea un coma profundo.  

Licencia Creative Commons

LA MÁQUINA DE SOÑAR por FRANCISCO A. BALDARENA se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.
Basada en una obra en https://creativecommons.org/choose/?lang=es#metadata.

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