domingo, 6 de septiembre de 2020

¡QUÉ CASTIGO!

 


Cuando Amalia nació su padre exclamó: "¡qué castigo!", y ella, ante semejante desprecio del progenitor, creció siendo una niña triste.

   Juliana, hermana de Amalia, y como ella también, tampoco recibió una buena bienvenida, al contrario; apenas la vio su padre exclamó: "¡qué castigo!", y, así tal cual su hermana mayor, también tuvo una infancia triste.

   Ethel, hermana de Amalia y Juliana, y como ellas también, nació marcada por la desgracia, porque le contaron sus hermanas que al nacer su padre había exclamado: "¡qué castigo!", tal cual con ellas, entonces las hermanitas le hicieron un lugarcito en su tristeza compartida.

   Marta, hermana de Amalia, Juliana y Ethel, tampoco tuvo una buena bienvenida al nacer; su padre, no bien la enfermera se la trajo para que la conociera, volvió a exclamar: "¡qué castigo!", conque ahora la tristeza abrigaba a las cuatro hermanas marcadas por la desdichada.

   A Virginia, hermana de Amalia, Juliana, Ethel y Marta, tampoco tuvo una recepción calurosa; porque su nacimiento también provocó que su padre exclamara: "¡qué castigo!", y la tristeza provocada por el desprecio de papá se ensanchó para abrigar a las cinco hermanas en desgracia.

   Perla, hermana de todas las anteriores hijas del padre inconforme, le arrancó al padre otro "¡qué castigo!", de modo tal que la niña pasó a engrosar el plantel de hermanas despreciadas por su propio padre.

   Hasta que la esposa del padre despreciador de hembras, finalmente, le parió un varón. Ángel lo llamaron. Su padre, esta vez le agradeció a Dios por el regalo del cielo e hizo la fiesta más grande que se tenga memoria en el pueblo. Pero la alegría no le duró mucho, unos años más tarde, como un capricho adverso de la vida, el propio hijo le provocó la muerte fulminante. 

   Ésto sucedió una tarde cuando al volver antes que de costumbre del trabajo, el padre entró de sopetón en la casa y vio que tenía no seis sino siete hijas: Ángel jugaba con sus hermanas, vestido de mujer. Y dicen las malas lenguas que antes de desplomarse sin vida, las últimas palabras del padre fueron: "¡qué castigo!" 

Licencia Creative Commons
¡QUÉ CASTIGO! por FRANCISCO A. BALDARENA se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.
Basada en una obra en https://creativecommons.org/choose/?lang=es#metadata.

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