jueves, 26 de noviembre de 2020

DON ESTEBAN Y EL ARCA DE NOÉ

 Algunas veces a don Esteban El sabio se le presentaban asuntos espinosos de difícil abordaje, como suele ser el religioso, pero el gaucho viejo no le esquivaba el bulto y decía lo que pensaba. Como lo sucedido una noche de lluvia torrencial cuando se encontraba en un boliche de los arrabales de Santa Carmen, degustando un vinito rosado. 

   ¡Se viene el diluvio universal!, dijo un cliente, apenas irrumpió en el boliche sacudiendo la capota encharcada. 

   ¡Sí!, y si sigue así vamos a tener que fabricar un arca como la de Noé para volver a las casas, contestó otro, que estaba recostado en el mostrador, y uno que estaba cerca de don Esteban, al verlo cabecear negativamente, pensó en hacerlo hablar un poco para que los divirtiera con sus historias bolaceras. Entonces le preguntó: 

   Don Esteban, usted que sabe de todo un poco, ¿cree haya existido el arca de Noé? Don Esteban giró la cabeza, lo encaró por un momento y dijo: 

   No, mi amigo, yo soy evolucionista, creo en Darwin, respondió. Todo los presentes, presintiendo que el viejo ya se venía con una de sus ocurrencias, pararon las orejas. El hombre pensó que había que chucearlo un poco para que el viejo no quedara solo en aquello.

   ¿Cómo es eso, don Esteban?, le preguntó entonces. 

   Y bueno, si insiste, respondió don Esteban. El otro sonrió, el viejo ya había tragado el anzuelo. Entretanto el gaucho meditó unos instantes, antes de proseguir.

   Sabe que las preguntas más interesantes son aquellas que como respuesta suscitan nuevas preguntas y lo del arca de Noé suscita muchas, empezó. Una es, ¿de dónde sacó Noé tanta comida para alimentar la interminable cantidad de especies terrestres que Dios le dijo que salvara?, y como se sabe que eran dos de cada y el cautiverio sería prolongado debemos pensar que mientras tanto para no aburrirse los bichos habrían de echar más cría, y Noé, de haber contado con eso, debió de acumular más comida. Otra pregunta interesante es esta: ¿qué comieron los animales que solamente se alimentan de carne, durante los cuarenta días y cuarenta noches que estuvieron allí dentro? Dentro de mi ignorancia lo único que puedo imaginar es que se comieron a los más débiles, con lo que muchos no habrán llegaron a dar cría. De manera que si Noé acumuló más comida, trabajó al pedo. Porque con un par de leones, de tigres, de leopardos, de cocodrilos, de guepardos, de hienas, perros salvajes, lobos y otros pares de carnívoros menores no creo que sobraran todas las especies que hay en la tierra en la actualidad. En definitiva creo que lo de Noé y el arca es puro grupo, concluyó don Esteban. 

   Sí, don Esteban, pero como ninguno de nosotros estaba allá para contarlo, puede que sea verdad, ¿no?, insistió el que empezó todo, para que el gaucho viejo siguiera bolaceando. 

   Sí, puede que sí, pues en este mundo todo es posible m´hijo, pero en este supuesto yo me sigo haciendo más preguntas, ¿cómo hizo para llegar al polo norte para buscar a los osos polares y los otros bichos terrestres que viven allí?, o ¿cómo los mismos osos no murieron de calor dentro del Arca amontonada como debió estar la bicharada?, o ¿cómo llegaron al arca los animales que viven hoy en América, o será que Noé también anduvo por acá?, y sí así fue ¿cómo llegó, si Colón aún no había nacido para descubrirla? Bien, esas son solo algunas preguntas entre tantas que me sugiere la idea del arca. Con esto, mi amigo, quiero decirle que la cabeza no fue hecha solo para poner la cara en ella, sino para pensar y preguntarse cosas; es lo mejor que el ser humano puede hacer para que no se la anestesien y acabe aceptando cualquier disparate sin pie ni cabeza de los tantos que se dicen por ahí. De manera que el evolucionismo, a mi ver, es lo que más se acerca a lo razonable para explicar la vida, por lo menos más aceptable que el bla bla blá bíblico.  

   Entonces, don Esteban, ¿usted no cree en Dios?, preguntó un otro conocido del viejo, desde un rincón. 

   Si existe o no, yo, un simple mortal, no puedo afirmarlo, ni yo ni nadie. Más bien creo que sea un invento de los hombres, pues la historia está muy mal contada, llena de contradicciones. Un ejemplo nada más para ir terminando: si fuera el amor de Dios para con sus hijos tan grande, pero tan grande como proclaman por ahí, ¿por qué en lugar de mandar el diablo a los confines del universo lo envió a la tierra?  Digo yo, y si me equivoco, paciencia, apenas pienso según lo que veo alrededor. Y le digo más, de llegar a existir y un día me lo presentan, me tendrá que responder muchísimas preguntas. ¿Y, usted, dígame cree en Él? 

   ¡Yo, sí!, dijo el otro, persignándose. 

   ¿Entonces, por qué no está en su casa con su familia como Dios manda y con la plata que deja todos los días acá en el boliche le compra unas alpargatas decentes a sus hijos que los veo todos los días ir a la escuela  con los deditos afuera? No creo que a su Dios le guste demasiado eso, ¿no cree, usted? El otro no dijo nada y parece que sintió cargo de consciencia, porque enseguida pagó y se retiró sin decir hasta mañana. 

   Bueno, veo que paró de llover, dijo don Esteban, creo que voy a aprovechar para irme yo también. En ese momento el que había empezado la conversación, le preguntó antes de salir: 

   Pero, dígame, don Esteban, ¿sí no cree que en el arca de Noé ni en Dios, quién cree que  hizo el mundo? Don Esteban tomó el último trago de vino, miró fijo al interlocutor y le dijo: 

   Esa pregunta que se la responda Einstein, porque yo no tengo ni idea, y dicho ésto saludó a todos y se marchó.                                                                           

Licencia Creative Commons
DON ESTEBAN Y EL ARCA DE NOÉ por FRANCISCO A. BALDARENA se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
Basada en una obra en https://creativecommons.org/choose/?lang=es#metadata.

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