jueves, 8 de julio de 2021

EL 69



El viejo verde otra vez andaba a la pesca, como siempre. Barría el paisaje urbano con sus ojos de ave de rapiña, ojos maliciosos atentos al menor movimiento de carne joven. 

   "¿Quién sabe esta vez tengo suerte? Tipo, doblo en la esquina y hay una pequeña en la parada esperando por papá", dijo para sí. 

   "Ajá, sí, sí. Hay una y está solita. No te digo que hoy es mi día de suerte. Debo darme prisa antes que aparezca un aguafiestas. Mmm, y parece que anda entre los 18 y los 19, mi especialidad. Justo lo que me recetó el médico je, je". 

   Tras esos lúbricos pensamientos, el viejo verde recordó un trecho de la consulta médica de unos días antes, cuando fue a hacerse unos de los frecuentes chequeos médicos.

   "¿A usted le parece, doc?", le preguntó.

   "¡Claro, claro! Salga a pescar todas las veces que quiera y no le mezquine caña". 

   Ahora, mientras seguía con su plan siniestro, cavilaba: "Con la caña no hay problema, la carnada es lo que puede echarlo todo a perder. Si fuera rico podría decir: estoy viejo, pero tengo toda la plata del mundo para comprar lo que quiera sin preguntar cuánto cuesta. Pero soy un triste don nadie que sólo cuenta con su lengua y astucia para conseguir alguna dádiva en esta vida madrastra". 

   Ya estaba cerca de la muchacha, que miraba a la distancia esperando ver aparecer su colectivo. 

   "Bueno, chiquilla, espero que te guste la matemática tanto cuanto me gusta a mí". 

   Ahora estaba tan más cerca de ella que su perfume pareció entrarle hasta el alma. El viejo verde exclamó para sus adentros: "¡Mmm, qué bien huele! ¡Oh, juventud, divino tesoro!" 

   Entonces cuando la tuvo a tiro le dijo: 

   ¡Buen día, linda! El viejo no pudo evitar que el tono de su voz melosa dejara entrever sus bajas intenciones. La muchacha se dio cuenta de ello en el acto, apenas oyó sus palabras en la nuca, pero acostumbrada como estaba a escuchar ese tipo de estupideces disimuladas en saludos de cortesía todos los días, que infelices degenerados los hay de a montones por toda la ciudad, ni se dignó a corresponder al infame galanteo. 

   El viejo verde, no dándose por aludido, pensó: "¿Se hace la difícil o será que es una antipática de mierda? Bien, no perdamos tiempo en tratar de desvendar lo que oculta dentro de su cabecita, porque podría estar mil vidas intentándolo si lograr descifrar una sola coma. Vamos entonces al ataque". 

   El viejo verde entonces prosiguió con su abyecta estrategia, diciéndole: 

   Decime una cosa, linda, ¿el numerito 69 no te sugiere alguna cosa? 

   La muchacha revoleó los ojos ante la total falta de tacto del viejo bruto que insistía en molestarla, pero para no tener que aguantar ese tipo de atropello desmesurado por más tiempo decidió cortar la cosa por allí mismo.

   Sí, dijo con sequedad y no dijo más nada. 

   El viejo, que esperaba una frase más extensa, se la quedó mirando mientras pensaba: "¿Sí? ¿Así y nada más? Ok, ok, la nena sabe jugar. Me la quiere poner difícil, ¿he? Ok, baby, ahí voy".

   Bien, ¿y qué es lo que te sugiere?, le preguntó. 

   "Listo, la acorralé. A un zorro viejo y lleno de artimañas como yo, no será una corderita como esta la que me engañe así como así", se dijo. 

   Antes de decirle lo que todavía tenía para decir, la muchacha se dignó a echarle una mirada de desprecio a la cara del baboso desubicado. 

   ¡Ah, sí, el numerito! Bueno, por lo enclenque que lo veo abuelito, ese numerito me sugiere que usted ya está pisando los 70, ¿acerté? Bueno, entonces métale pata y vaya a festejar su último cumpleaños, que la apariencia de muerto ya la tiene y solo le falta las paladas de tierra sobre el cajón. 

   Enseguida la muchacha se volvió y le hizo señal al colectivo, que venía a media cuadra. 

   El viejo verde agachó la cabeza, dio media vuelta y volvió por donde había venido con su ego ofendido mientras gruñía por lo bajo que la inocencia se había perdido, que los jóvenes ya no respetaban a los mayores, que la mocosa era una tremenda hija de mil puta, que la vida era una mierda, que la concha de la lora, que...                              

Licencia Creative Commons

EL 69 por FRANCISCO A. BALDARENA se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.
Basada en una obra en https://creativecommons.org/choose/?lang=es#metadata.

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