lunes, 5 de julio de 2021

CORDERIDAD


 

Y entonces pasó lo que tenía que pasar, lo que pasa cuando la noche acaba: amaneció. 

   Y después sucedió lo que sucede cuando me despierto y no es domingo, por lo menos un domingo en que no tengo que hacer horas extras en la fábrica: apretar la perilla del despertador, y desperezarme, y vestirme, e ir a la cocina, donde pongo el agua a calentar, e ir al baño para lavarme la cara y, seguramente, orinar. 

   Y después de volver del baño, ponerme a tomar mate mientras fumo el primer cigarrillo del día (antes de entrar en la fábrica, compraré una tortilla paraguaya en el puesto que está junto a la entrada, la que picaré en cuatro partes para ir comiendo de a poco). Por lo pronto fumo mientras mateo.

   Y dentro de un rato el reloj de pared me avisará cuando deba parar de tomar mate y dejar de pensar en las boludeces que piensa todo hombre común, y dirigirme al trabajo como un miembro más del rebaño, es decir, cabizbajo, pensando en llegar antes que suene la sirena para no perderme el miserable premio de asistencia, que es una limosna, pero bueno, algo es algo y todo suma, como suele decirse; y de ser posible sentirme contento, o por lo menos satisfecho. De hecho, esto es lo que siempre acaba ocurriendo, no solo a mí sino a todos los compañeros de rebaño. Alguien muy inteligente se ha encargado de que pensemos así y hay que admitir que ha hecho un buen trabajo. Basta ver el rumbo por el que marcha la civilización. Basta darse cuenta cómo los salarios van quedando desfasados según avanzan los años. Sí, repito, lastimosamente hay que sentirse si no feliz, por lo menos satisfecho de tener un trabajo. Y nada de pensar que no solo fabricamos tal o cual cosa, sino también un patrón cada vez más rico, y a su esposa y a sus hijos, porque sino puede que el rebelde germen de la insatisfacción se instale en la mente. Y ya sabemos qué es lo que pasa cuando el bichito crece: uno termina de patitas en la calle, el patrón nos sustituye por otro cordero, ya que el rebaño es inacabable, y el mundo continuará como siempre, cambiando para peor.

 Licencia Creative Commons
CORDERIDAD por FRANCISCO A. BALDARENA se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.
Basada en una obra en https://creativecommons.org/choose/?lang=es#metadata.

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