miércoles, 12 de agosto de 2020

EL HIJO DESALMADO


La madre iba y venía, repasador retorcido en las manos, por toda la cocina, refunfuñado sin parar frases como: "
Hace más de media hora que salió y ni llamó todavía para decir mami, llegué bien, por lo menos", o "Como se ve que no le importo un comino, una acá con el corazón en la boca y el muy lindo quién sabe en qué". 

   Pasaba que el hijo había ido a la casa de un amigo y, como siempre desde que el mundo es mundo, no llamaba para avisar que llegó bien. 

   No te preocupes, si está todo bien no te llamará nunca. Hay que usar lógica, le advirtió el marido, en una de esas. 

   Pero a ella no le cuajaba la información, o quizás ni la hubiera escuchado o si la escuchó ni la tuvo en cuenta porque no era lo que esperaba escuchar, al final, madre es madre, también desde la misma época de la fundación del mundo.

   ¡A tres cuadras!, apenas a tres cuadra queda la casa del amigote ese. No me vas a decir que todavía está a camino, continuó, sin dar oídos al marido. 

   ¡Ah, pero cuando aparezca me va a tener que escuchar!, sentenció, dándole un trapazo a una manchita negra que no era una mosca como se le había ocurrido. 

   El marido pensó: 

   ¿Y le queda otra al pobre Juanjo? 

   Pero no te preocupes, mujer, no te dije que si no llama es porque está todo bien, le reiteró el marido. 

   Pero sus palabras eras palabras al viento.

   No pido mucho, apenas un "hola mamá, llegué bien". ¿Tanto cuesta?, volvió a protestar. 

   ¡Ah, pero me va a tener que escuchar cuando vuelva el sotreta ese, ah, si me va!, volvió a sentenciar. 

   El marido intentó hacerle entender que el mundo seguiría siendo así hasta el fin de los tiempos y que solo las malas noticias viajan rápido, pero la mujer no quería entender. Finalmente, el hombre se cansó y se fue a la cama. En tanto que ella...

   Cuando el hijo llegó flor de sermón tuvo que escuchar.

   ¡Desalmado atorrante! Una acá con el corazón en la boca y el muy bonito lo más campante jugando videogame con aquel otro zorro, lo retaba como si le hablara a un fantasma porque el hijo no contestaba, solo masticaba y tragaba sin parar la cena que ella le había dejado en el horno.  

   A la noche siguiente... 

   Recuerda llamar apenas llegues, no te vayas a olvidar, le advirtió, como todas las veces, al hijo que iba a dar una vuelta a la casa del amigo. 

   Y como siempre Juanjito no se acordó de hacerlo. 

   Ves, ya hace más de media hora y nada, ya debería haber llegado, volvió a quejarse la madre. 

   Ya te lo dije anoche y antenoche y todas las noche desde que Juanjo empezó a salir, que si no llama es que está todo bien, le reiteró el marido. 

   Si la casa del amigote quedara en el fin del mundo yo lo entendería, pero queda acá al lado nomás. Ah, pero me va a escuchar ese, ya vas a ver, protestaba mientras retorcía y retorcía un repasador que de tan retorcido ya no goteaba más. 

   El marido volvió a intentar hacerla entender:

   Mira y piensa una cosa, solo las malas noticias llegan rápido, las buenas, en cambio, no llegan nunca o cuanto mucho llegan cuando ya es tarde y son innecesarias porque el que fue ya ha vuelto. Así que no te preocupes al cuete, mujer. Pero estas palabras rebotaron en la pared, porque ella solo escuchaba las propias. 

   Justo en ese momento sonó el teléfono.  

   ¡Ah, por fin se acordó que tiene madre!, exclamó y salió corriendo a entender la llamado. Mientras tanto el marido pensaba: 

   Ojalá que no sea tan grave. 

Licencia Creative Commons

El Hijo Desalmado por Francisco A. Baldarena se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 InternacionalBasada en una obra en https://creativecommons.org/choose/?lang=es#metadata. 


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