Tulio había ido a visitar a un amigo que no veía en meses. Al rato de haber llegado, vio el en patio a una gallina de guinea picoteando en el césped.
¿Y eso?, le preguntó al amigo, señalándole la gallina.
Es mi mascota, una gallina de guinea.
Debe ser riquísima a la provenzal, bromeó Tulio. Los amigos rieron y siguieron hablando de sus cosas. A los pocos minutos, el amigo, sin decir nada, salió corriendo al patio: la gallina estaba tendida en el césped, muerta.
Pero, qué boca maldita la tuya, yo en tu lugar, pedía otro deseo, le dijo el amigo.
¡Anda!, ha sido mera casualidad.
En serio, dale, intenta pedir algo, pero algo bueno, por las dudas, le sugirió el amigo.
Está bien, lo intentaré, pero te advierto que fue solo una casualidad. Tulio se quedó pensando en lo que podría desear.
Pero ¿puede ser cualquier cosa?
Sí, lo que se te ocurra, respondió el amigo.
¿Estás seguro que cualquier cosa?, volvió a insistir Tulio.
Sí, cualquier cosa. Estoy esperando, dale, dijo, impaciente, el amigo.
Ok, deseo que tu hermana se enamore de mí. Me dijiste que cualquier cosa, aclaró Tulio.
Ay, Tulio, lo creo muy poco probable, por no decir imposible, dijo el amigo.
Tulio iba a preguntarle por qué cuando Marisa, la hermana del amigo, se asomó por la ventana de su habitación, en el primer piso.
¿Pero quién es...tá a...hí?, dijo Marisa al tiempo que dos estelas de corazoncitos salían de sus ojos y buscaban las alturas. Después, con voz melodiosa, dijo:
Hola Tulio, ya bajo.
Ni el amigo ni Tulio lo podían creer. Primero había sido la muerte de la gallina de guinea, ahora el amor a primera vista de Marisa.
Aprovecha Tulio y sigue pidiendo, lo apuró el amigo.
Sí, sí, pero déjame pensar, dijo Tulio, temblando de emoción.
Está bien, mientras yo voy a la cocina a calentar agua para pelar la gallina, piensa en algo bueno, le dijo el amigo y entró en la casa con la gallina colgando de una mano.
Tulio pensó y pensó, ¿pero qué es lo que podría pedir que no fuese dinero? ¿Amor?, pero Marisa ya estaba muertita por él, así que solo le faltaba riqueza, mucha riqueza.
¡Deseo ser rico, muy rico!, dijo en voz alta, como para que no hubiera equivocación.
Al rato, aparecieron el amigo y la hermana.
¿Adónde se metió Tulio?, se preguntaron mientras miraban para todos lados.
¡Acá estoy!, respondió la voz de Tulio desde algún lugar.
Acá, sobre la mesa del jardín, volvió a decir la voz de Tulio.
Pero sobre la mesa solo había una vistosa torta de chocolate y frutas.
¿Pero qué pediste, Tulio?, le preguntó el amigo.
Pedí ser rico, muy rico,respondió Tulio, mejor dicho la torta.
A ver si es cierto, dijo Marisa, acercándose a la torta con el índice de la mano derecha estirado.
BOCA MALDITA por FRANCISCO A. BALDARENA se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.
Basada en una obra en https://creativecommons.org/choose/?lang=es#metadata.
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