jueves, 26 de noviembre de 2020

DON ESTEBAN Y LA TRIPOFOBIA

 Estaba don Esteban, el sabio jugando al solitario en una mesa del club Sancarmeño, cuando uno de los parroquianos sentados en una mesa cercana le preguntó si por casualidad sabía cómo se llamaba la fobia a los espacios abiertos. 

   "Ágorafobia se llama, dijo don Esteban, "un temor obsesivo como la claustrofobia, la aerofobia o la tripofobia". 

   "Disculpe, don Esteban", dijo otro de los parroqianos que compartían la mesa, pero creo que de esa tal de tripofobia nunca oí hablar, ¿a qué se refiere?" Don Esteban juntó las cartas, acomodó la silla como para hablar largo y tendido y empezó a decirles: 

   "Bueno, ya que no lo sabe le voy a decir qué significa. Desde ya le digo que la definición encontrada en el diccionario dice que es la fobia a los patrones repetitivos, pero permítame contarle mi definición cuando todavía no conocía esa palabra, y eso se me ocurrió por causa de una gallina que tuve cuando  era joven, mucho antes de convertirse en el ingrediente principal de un pucherito dominguero en que  en las casas no había para el asadito. La gallina se llamaba, o mejor dicho, la llamábamos de Bataraza y a la bicha le gustaba una lombriz que ni se imaginan ustedes cuánto, y observen que en casa no le faltaba maíz picado ni sobras de comida, pero ella no le hacía caso al plato lleno y le daba sin asco al escarbe, con eso el patio siempre estaba hecho un asco. Fue por eso que le hice un gallinero especial, pero la desgraciada aprendió a escalar el tejido de alambre y cuando lo teché para que no continuara escapando, la ladina hizo un túnel. De nada sirvió enterrar alambre de púas como al chiquero de los chanchos ni ponerle candado a la puerta, porque hasta para eso la muy bicha se dio maña, usando las uñas como ganzúa. Al final la bataraza me ganó por cansancio y volví a dejarla suelta. Y parece que por los alrededores ya se habían agotado todas las lombrices, todas las viboritas ciegas y creo que las otras víboras también porque empezó a comerse las tiritas que mi padre ataba en la quinta de verdura para espantar los pájaros, las hilachas que colgaban del espantapájaros en el maizal y los flecos del chal de la abuela que no se lo sacaba ni en verano, hasta que un día tironeó de una punta y se lo destejió todo. ¡Cómo pasó frío la abuela sin su chal! La suerte fue que mi madre le hizo otro cortando una frazada vieja en dos. Y para que vean ustedes cuán obsesiva era la Bataraza con todo aquello que pareciera lombriz que hasta con los galgos se la agarraba a los picotazos limpios si por ventura entre las sobras que se tiraban al patio veía un mísero fideo A tal punto de dejarlo tuerto para el resto de la vida al Mojarra de un picotazo certero, un día en que mi padre hizo un asado y ella se entreveró con los perros disputándose el piolín de los chorizos que uno le tiraba a los perros. Y así de brava era siempre, les daba cada revolcada que los pobres ya les habían agarrado miedo, a tal punto que mi padre colgó un cartel en el portón que decía "cuidado con la gallina". Todos los días cuando escuchaba el ruido de ollas se acercaba como quien no quiere la cosa a la cocina y se quedaba pispeando el movimiento, si veía que en el menú del día no se cocinaría fideos se iba, sino se quedaba haciendo guardia en la puerta a esperar las sobras y para la época de la cosecha del maíz se comía todas la hebras. Y hablando de hebras mi madre tuvo que cerrar bajo siete llaves el costurero después que la bicha le comió cinco carreteles de hilo. Y la verdad en casa no se salvaba nadie ni nada, cuántos cordones de zapato no le compró mi madre a mi padre porque la Bataraza se los embuchaba, y cuántas veces tuve que jugar a la pelota descalzo porque a los botines les faltaban los cordones. Al final tuve que hacer como los cazadores de Alaska hacen con los osos y colgarlos de los árboles para que la Bataraza no pudiera alcanzarlos. Tampoco pude remontar un barrilete nunca más, ¿con qué piolín iba a fabricarlo y hacerlo remontar si ella se comía el carretel entero? El fin de la historia sucedió cuando para un fin de año mi padre carneó un chancho. Había dicho que un poco era para la fiesta y el resto era para hacer chorizos y salamines. Claro que mi padre fue más vivo que la Bataraza e hizo como yo y colgó el hilo choricero de un eucalipto. La cosa fue que en un descuido de todos la Bataraza se embuchó las tripas del chancho destinadas al chacinado. Mi padre puso un grito en el cielo cuando se percató que le faltaba el triperío para los embutidos. Todos, mi madre, mi padre, unos tíos que habían venido para ayudar en la faena, los perros y yo miramos para todos lados y nada de la Bataraza, la bicha se había escabullido. Entonces empezamos a buscarla y finalmente encontramos a la desgraciada escondida dentro del ropero de mis padres. Fue el Mojarra el que la descubrió, ¿quién diría?, si hasta parece que fue por vengarse del ojo perdido. Cuando escuchamos los ladridos en la pieza de mis padres acudimos corriendo. El Mojarra tironeaba de una puntita de tripa que se había quedado enganchada en la bisagra de la puerta del ropero. Cuando abrimos la puerta la gallina tenía el buche grande como una bocha, con lo que demoramos algo así como cinco minutos para sacarle los veinte metros de tripa. ¡Qué paliza le dio mi padre!, el patio quedó sembrado de plumas. Y desde ese día en adelante la pobre Bataraza no pudo ni oír hablar más de tripas. A la sola mención la pobre salía corriendo como una poseída, se escondía en un rincón y ahí se quedaba con el copete enterrado entre las alas. Bien, amigos, he ahí el otro significado de tripofobia que se me ocurrió en esa época en que nunca antes había oído tal palabra". Después de la explicación dada don Esteban volvió a acomodar la silla y siguió jugando al solitario. 

                                                                         Fin. 

Licencia Creative Commons
DON ESTEBAN Y LA TRIPOFOBIA por FRANCISCO A. BALDARENA se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
Basada en una obra en https://creativecommons.org/choose/?lang=es#metadata.

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