Estaba don Esteban, el sabio camino a la estación del pueblo para ver la llegada del tren de la mañana cuando al pasar delante del boliche "El Trago", fue interceptado por un grupito de parroquianos que discutían junto al palenque. No más verlo, le salieron al paso un par de gauchos para que les aclarara, ya que el hombre tenía fama de saberlo casi todo, sobre la duda que tenían acerca de la alusión al búfalo en el nombre de Buffalo Bill. Don Esteban los miró con gravedad por un instante, intrigó por la inesperada y curiosa interpelación por parte de esos gauchos, ya que gauchos preguntando sobre Buffalo Bill no se los encuentra todos los días. De manera que don Esteban se acomodó contra la pared del boliche y con tono solemne empezó a contarles:
"Un día, en un día de caza de búfalos y a la hora del almuerzo, Bill Cody, tal era el nombre verdadero de Buffalo Bill, se atoró con un gran pedazo de carne asada de búfalo. Todos los que se encontraban alrededor compartiendo el asado, vieron de pronto cómo su jefe se puso morado y empezó a agarrarse con desesperación la garganta, entre contorsiones y horribles morisquetas. Pat, su joven ayudante, se acercó a su patrón y con voz calmada le dijo al oído: "jefe, expúlsalo". Pero Buffalo Bill, maldijo por dentro a su ayudante por decirle lo que ya sabía que tenía que hacer pero que no podía, en lugar de darle palmadas en la espalda, mientras seguía luchando, con mucha dificultad, por aspirar un poco de aire. Al inhalar parecía casi un silbido, y al exhalar, por la forma en que bufaba, se asemejaba bastante a un soplido de animal de carga, y bien cansado dicho sea de paso. Fue en ese instante que nació el que hoy conocemos como Buffalo Bill, porque Pat se acercó aún más al oído de su jefe y le dijo, casi ordenándole: "búfalo, Bill, búfalo". Y Bill entonces bufó con todas sus fuerzas y el pedazote de carne asada de búfalo rodó por el suelo a unos cuantos metros del lugar, yendo a parar debajo de una carreta. Pero no les voy a contar lo gracioso del desparramo que hicieron los perro al disputarse el pedazo de carne para no extenderme demasiado, porque sé muy bien que no están aquí para escuchar pavadas ni yo quiero perderme la llegada del tren. Bien, como dije, fue a partir de ese día que la leyenda de Buffalo Bill se extendió por todo el mundo, pues no pudo de ninguna manera sacarse el apodo de encima. Y para terminar, les cuento que después de reponerse del nefasto percance y de haber molido a patadas en el culo al inepto de su ayudante, Bill Cody decidió que la caza de búfalos de allí en más era una etapa superada en su vida, y les dijo a los vaqueros que prefería crear una compañía de circo que arriesgarse a morir atragantado por culpa de un ayudante inútil, ¿qué tal? Bueno, el resto de la historia todos ya la conocemos, ¿no? Al final, quién no vio alguna vez una película de Buffalo Bill".
Terminadas las últimas palabras, se escuchó el primer silbato del tren cerca del cementerio, con lo que don Esteban saludó al gauchaje y siguió viaje a pasos aligerados rumbo a la estación.
DON ESTEBAN Y LA LEYENDA DE BUFFALO BILL por FRANCISCO A. BALDARENA se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
Basada en una obra en https://creativecommons.org/choose/?lang=es#metadata.
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