miércoles, 18 de noviembre de 2020

DOS ENCUENTROS Y LA POSIBILIDAD DE UN TERCERO

 

1- EL SEGUNDO ENCUENTRO 

El hombre que se vio a sí mismo dos veces se llama Hermino, y ahora está parado en la playa a punto de ver la segunda visión de sí mismo. 

   El navío mercante asomó por la salida del canal que conecta el puerto con el mar hace un par de minutos y tuerce hacia su lado, es decir, al sur. 

  Cuando tiene el navío bien enfrente, Herminio lo mira con hambre de rever detalles de aquel mundo marítimo que le es tan caro, tan todo suyo; aquel mundo que le fue arrancado y en el cual en ese instante, y desde hace mucho, solo puede acceder a través de la memoria, y de lejos porque en el portón de entrada al puerto un cartel dice que está prohibida la entrada a extraños. ¿Extraño yo? La puta madre... 

El mar, el aroma del mar, sin duda le ayuda a encontrar en la memoria olfativa el olor de aquel mundo y en la del tacto, las distintas texturas que le dan cuerpo y forma. Mientras tanto marineros van y vienen por la borda pero Herminio se concentra solo en uno que está apoyado en la barandilla del lado derecho de la proa. ¿Por qué? Porque allí cree verse a sí mismo en alguna parte del ayer. El navío no pasa tan alejado de la playa como para que Herminio no perciba que el marinero que puede ser él lo está mirando. De pronto, el posible él del ayer lo saluda agitando una mano. Herminio le devuelve, o se devuelve, el saludo.

   ¿En qué estará pensando ese marinero/yo? ¿Será que se/me pregunta/pregunto lo mismo sobre este yo que puede ser él? Las preguntas de Herminio, que en sí no buscan respuestas sino que le salen como otra exhalación, se vuelven aire en el exacto momento en que su mirada se alarga y se alarga hasta casi tocar el navío, algo parecido a cuando se ingresa al interior de un cine y la película ya ha empezado y uno se dirige a las butacas más cercanas a la pantalla. Ahí, casi tocando el navío, Herminio ve como en un espejo mágico que refleja el pasado que aquel marinero es él mismo, no el que es ahora sino el que fue en su juventud, y antes que el navío desaparezca para siempre detrás del verdor de la selva y solo quede el penacho de humo disolviéndose en el aire, le vuelve una parte de su memoria del ayer, exactamente cuando a bordo de un navío que también se dirigía al sur se vio a sí mismo por primera vez, pero en un mañana que por aquel entonces no pensó que pudiera ser este ahora. Entonces la mirada de Herminio deja rápidamente el rostro del marinero y va hasta el antebrazo derecho: le falta el ancla que él se hizo tatuar en las Filipinas, si no fuera por ese detalle... 

   Pronto el navío desaparece completamente y el mundo continúa con otras versiones de sí mismo. Ahora, sin embargo, a Herminio no se le ocurre excluir la posibilidad de un tercer encuentro consigo mismo. ¿En dónde? Quién puede saberlo.

2- EL PRIMER ENCUENTRO CONSIGO MISMO

   El navío ya había torcido hacia el sur y Herminio se encontraba en la proa, con los brazos apoyados en la barandilla, la mirada puesta en la playa. Cerca de donde la arena moría en la selva indómita, había un viejo parado mirando al navío. 

   ¿Qué estará pensando? ¿Será que se pregunta qué estoy pensando yo en este momento? Se preguntaba mientras lo saludaba con una mano. El viejo le respondió de la misma manera. Aquel saludo recíproco le provocó una suerte de alargamiento de la vista que lo proyectó a pocos metros de la playa. Ahí, le pareció encontrar en el rostro del viejo una semejanza con él, pero no de su él en ese momento sino como su probable yo de un mañana todavía muy lejano. 

   Entonces la mirada de Herminio se aparta rápidamente del rostro del viejo y se desplaza hasta el antebrazo derecho: tiene tatuada un ancla tatuada, si no fuera por ese detalle... 

   Cuando llegue a Manila quizás me haga tatuar una igual. 

   Pronto la playa fue tapada por la selva exuberante y el navío continuó su curso por otras versiones del mundo. Sin embargo, desatento a la visión que acabó de tener, a Herminio no se le ocurrió la posibilidad de un segundo encuentro consigo mismo.                                                                           

Licencia Creative Commons
DOS ENCUENTROS Y LA POSIBILIDAD DE UN TERCERO por Francisco A. Baldarena se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
Basada en una obra en https://creativecommons.org/choose/?lang=es#metadata.

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