sábado, 22 de agosto de 2020

EL DÍA QUE PEDRO CASI CAMBIÓ LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD

 

Duerme Pedro un sueño no tan leve cuando el penúltimo paso furtivo de alguien que se acerca a hurtadillas lo despierta. Antes que el inminente y sorprendente desenlace suceda, Pedro se precipita torpemente hacia la puerta con el garrote, que tenía a su lado, en la mano derecha. Presiente al enemigo que viene por él, quizás por sus hermanos también. 

   Una sandalia de cuero delatora asoma por la parte inferior de la abertura de la puerta; al instante, su atención se dirige hacia arriba. Aturdido por el sueño aún, calcula como puede, a puro instinto, la posible altura de la cabeza del intruso. Lanza entonces, con toda la fuerza que encuentra, el golpe decisivo, a lo ciego. El garrote pasa por delante de sus ojos como una ráfaga oscura y borrosa directo a la cara del enemigo. Siente en la mano el golpe duro y seco del garrote al hacer impacto en algo sólido, sonríe pensando que ha acertado en la cabeza del intruso, sin embargo, el garrote no retorna a él; algo lo sostiene. Entonces tironea, pero el garrote no vuelve. 

   Pero qué catrajo, rezonga Pedro y se apresura a mirar qué pasó. 

   ¡Ay!, exclama Pedro, consternado, al ver que al garrote lo sostiene una mano que reconoce al instante, pues la conoce muy bien. Inmediatamente, Pedro suelta el garrote y cae de rodillas; agacha, sumiso, la cabeza; cierra los ojos, compungido, cruza los brazos sobre el pecho y con voz acongojada balbucea: 

   Maestro, yo... pensé que fuese algún soldado romano. 

   Jesús lo interrumpe con un gesto enérgico de su mano derecha en alto; observa al obediente discípulo encorvado a sus pies un instante, luego le dice, no con la voz suave que derrama bondad cuando se dirige a los niños y a los ancianos ni con en el tono exacerbado que suele emplear al repudiar los actos del injusto y del blasfemo, sino con una voz irónica que Pedro jamás oyera de la boca pura y justa de su señor: 

   ¿Pedro, eres loco o estás poseído por el demonio? ¿Acaso quieres cambiar la historia, contradiciendo lo que está escrito? pedazo de Filisteo. 

   Pedro en ese instante deseó ser tragado por las arenas del desierto, o morir fulminado por un rayo divino. Pero Pedro también tenía una misión y escrito estaba también; y Jesús muy bien se lo recordó al enviarlo al carajo en forma de sermón, diciéndole: 

   Si no ayudas a despejar el camino, tampoco seas la piedra que dificulta el tránsito. ¡Y a ver si por lo menos empiezas a garabatear los esbozos de la iglesia que un día has de fundar! Faltaba más, como si ya no tuviera suficiente con los romanos, Poncio Pilatos y el diablo en cuatro patas, ahora resulta que éste me quiere matar de un garrotazo.

Licencia Creative Commons
EL DÍA QUE PEDRO CASI CAMBIÓ LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD por FRANCISCO A. BALDARENA se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.
Basada en una obra en https://creativecommons.org/choose/?lang=es#metadata.


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