viernes, 14 de agosto de 2020

RETROTRAVESÍA

 

Faltaba poco ya, cinco cuadras apenas. 

   El viejo arrastraba los pies lastimosamente mientras sus manos temblorosas se agarraban con fuerza mínima a rejas, picaportes o a cualquier otra cosa que sobresaliera de las paredes.

   Cruzar la calle sin semáforo le llevó minutos valiosos. Ahora sólo faltaban cuatro cuadras.

   El hombre apresuró el paso, hizo un intento de trotar, pero todavía no estaba para eso. Entretanto, llegar a la otra esquina, fue menos penoso que el trayecto de la cuadra anterior. En la otra esquina lo alivió ver un poste de semáforo, aunque tuvo que esperar que le autorizara el paso. 

   Ya en la tercera cuadra, el muchacho se demoró menos de medio minuto en llegar a la otra esquina. Esta otra, sin embargo, no tenía semáforo, pero con agilidad consiguió sortear el tránsito. 

   En la segunda cuadra, el niño corrió con todas sus fuerzas y pensó que lo conseguiría. 

   Y, por fin, ya al final de la última cuadra, la enfermera de la maternidad que acababa de asomarse a la entrada para ver cómo estaba el tiempo, de repente oyó el llanto de un bebé junto al umbral de la puerta. Se apresuró a tomarlo en sus brazos y desapareció más allá de la guardia, y para cuando llegó al quirófano el feto temblaba de frío. Pero a pesar de tantos traspiés y contratiempos, Francisco Anselmo consiguió llegar a tiempo para volver a nacer.                                                                        

Licencia Creative Commons
Retrotravesía por Francisco A. Baldarena se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
Basada en una obra en https://creativecommons.org/choose/?lang=es#metadata


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