jueves, 24 de septiembre de 2020

MIEDO


Valentín Valente, a pesar del nombre, era muy miedoso. Imaginen que tenía miedo hasta de
 la propia sombra (váyase a saber qué trauma en la niñez, seguramente, lo había dejado así de miedoso); pero lo que más lo aterraban eran a las brujas. Por eso cuando creció, después de recibirse de ingeniero se fue a vivir al Japón, precisamente a Tokio, porque allí, le habían dicho, todo era moderno. Mucho neón, muchas computadoras, juegos electrónicos, trenes bala, y gente, mucha gente, millones de personas, un verdadero enjambre humano; en fin, todo lo que debería aborrecerle a cualquier bruja, según él. 

   Allí, Valentín se sentía a salvo de las oscuras entidades, hasta que una noche, mientras tomaba fresco en el balcón de su departamento en el ultra moderno y sofisticado barrio de Ginza, volvió a temblar de miedo: de pronto, delante de la luna llena, vio pasar volando la sombra de una bruja montada en una aspiradora eléctrica. 

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