miércoles, 9 de septiembre de 2020

TIERRA


Hoy he vuelto a ser esencia, he vuelto a mis orígenes; después de recorrer un largo camino repleto de vericuetos. Primero sentí hendir el hierro en mis entrañas y despedazarme hasta hacerme polvo, para luego hacerme amasijo, moldearme a capricho y cocinarme en el infierno; más tarde me cubrieron de químicos y volví al infierno, de donde salí reluciente y con la dureza de la piedra. Entonces me dieron el nombre de florero y me pusieron dentro de una vitrina para que los hombres me admiraran y pagaran por poseerme para su regocijo particular. Un día un hombre de ojos brillantes se apropió de mi ser y me regaló a una bella mujer, que me limpiaba y depositaba en mí flores recién asesinadas, que luego se marchitaban, y el ciclo volvía a repetirse. En aquel hogar conocí el amor pero también la traición. Un día al hombre de ojos brillantes se le ensombreció la mirada y me transformó en arma y me deshizo en cientos de pedazos sobre la cabeza de su amada, en ese momento también conocí la muerte. Otros hombres me recogieron, me introdujeron en una bolsa de polietileno transparente y me presentaron delante de un jurado y me dieron el nombre de arma del crimen. No sé qué fue de la vida del hombre de ojos brillantes, porque un cajón oscuro fue mi celda durante muchos años. Pero un día, finalmente, el cajón volvió a abrirse y la luz volvió a mi ser. Aún dentro del envoltorio plástico fui a parar a una montaña de basura donde me revolvieron miles de veces hasta que quedé tan abajo que nadie más me molestó y hoy, muchos años después, y gracias a la humedad y a los microscópicos seres desintegradores de materia, he vuelto a ser lo que nunca dejé de ser: tierra

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