Sin dudas dormir sentado en una butaca de cine no es muy confortable, pero sale más barato que hacerlo en un hotel. En contra posición puedo ver películas, cosa que en un hotel barato sería imposible, ver televisión incluso. Después de meses durmiendo en este hotel abierto las 24 horas, empecé a notar caras conocidas, en los intervalos más que a la entrada o a la salida. Descubrir que no soy el único a recurrir a la oscuridad del cine para pasar la noche, ni el único a padecer penuria en este mundo ingrato me reconforta bastante.
Al parecer el dueño del cine se ha dado cuenta de ello, porque hoy la entrada ha aumentado, igualando a la del hotelucho de quinta categoría donde pernoctaba antes de descubrir este cine.
Hago un comentario por lo del aumento y el boletero me dice que de ahora en adelante la entrada incluye el desayuno.
Bueno, de todas maneras aún vale la pena, pienso, y pago con gusto.
El boletero me pasa la entrada y muy gentilmente me da las buenas noches.
El Cine por Francisco A. Baldarena se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
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