Sonó el despertador y Pepino se levantó de un salto. Por un segundo miró hacia la ropa que reposaba sobre el sillón, pero pensó que así de piyama estaba bien. Salió del dormitorio y en la cocina desestimó tomar un par de mates porque sería desperdiciar tiempo, entonces siguió de largo, atravesando la sala hasta la puerta de calle.
Llegó al hospital caminando, porque esperar por un táxi demoraría más que ir a pie. Apenas entró a la guardia vio una camilla cerca de la puerta en la cual, sin dudarlo un instante siquiera, se acostó. Una enfermera que se acercó para ver qué le pasaba constató que no respiraba más. Así fue cómo murió Pepino, el breve.
Pepino El Breve por Francisco A. Baldarena se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
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