martes, 3 de noviembre de 2020

EL ÚLTIMO ADIÓS

 


El finado, tan apreciado, atrajo medio pueblo al velorio. Una a una las personas entraban, le daban sus condolencias a la viuda y se dirigían al cajón para el postrer saludo a quien fuera amigo tan querido. 

   Allá a las tantas apareció Jeremías, el mudo del pueblo, que como no podía hablar y la viuda no entendía el lenguaje de señas, había escrito en una hoja su sentido pésame. 

   Jeremías le entregó la hoja y siguió hasta el cajón. 

   Ella agradeció con un gesto de cabeza y leyó esto: NO TENGO PALABRAS PARA DECIR LO QUE SIENTO. 

   La viuda supo entender. 

                                                                

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EL ÚLTIMO ADIÓS por Francisco A. Baldarena se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
Basada en una obra en https://creativecommons.org/choose/?lang=es#metadata.

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