Iba por Florida, mirando vidrieras, cuando lo vio por casualidad entre aquel mundo de gente. De espalda, pero inconfundible; además la chica que lo acompañaba tomada de su brazo corroboraba su sospecha. Atropellando transeúntes fue dándole alcance metro tras metro. Ya estaba muy cerca y podía ver con nitidez que se sostenía en un bastón. "¡Claro que es él!", se dijo y apuró el paso. Hasta que, casi llegando a la av. Córdoba, por fin pudo llegar a su lado.
¡Borges! ¡Maestro!, lo llamó, con voz parecida aun grito.
El señor se detuvo, giró lentamente y con una sonrisa le respondió:
Siento decepcionarlo, amigo, pero se ha equivocado, Borges hay uno solo.
EQUIVOCADO por Francisco A. Baldarena se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
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