martes, 3 de noviembre de 2020

LA REBELIÓN

 La rebelión tomó a todos de sorpresa. Los peones de ambos bandos se aliaron y gritando "muerte al rey, muerte al rey" montaron sobre los caballos y embistieron contra los alfiles que, sin tiempo para ninguna reacción defensiva, rodaron fuera del tablero, cayendo al abismo más allá del borde de la mesa.  Después los rebeldes arremetieron contra las torres, que fueron fácilmente derrumbadas y tuvieron la misma suerte que los alfiles en el abismo incierto. 

   "Ahora vayamos por el tirano", gritó el cabecilla rebelde y llegando junto al rey los insurrectos lo rodearon con sus briosos corceles. El rey suplicó por su vida, pero la horda enfurecida no tuvo piedad y el rey fue despedazado bajo los cascos de los caballos. Cuando hubieron terminado con el monarca se giraron hacia la reina, que esperaba su fin acurrucada en un rincón del tablero. Los peones desmontar y corrieron hacia ella gritando como enloquecidos: "es hora de la diversión, es hora de la diversión", entonces la reina supo que si se mostraba dócil y solícita su vida sería salva. 

                                                                            

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LA REBELIÓN por Francisco A. Baldarena se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
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ABURRIMIENTO

 Estaba aburrido, como todos. La inundación del mes pasado había sido la última gran emoción en el pueblo, entonces, ¿sobre qué hablar que ya no se hubiera hablado hasta el cansancio? 

   "Tengo que hacer algo por todos", se dijo, aunque sabía que nadie se lo agradecería nunca. ¿Y su premio? Su premio sería el íntimo regocijo de saberse el hacedor de lo que se hablaría por mucho tiempo. Afuera, todos dormían y la helada teñía el mundo de escarcha plateada. 

   "Ya está en la hora", pensó mientras encendía la antorcha; después salió a recorrer el pueblo, casa por casa. 

                                                                            

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ABURRIMIENTO por Francisco A. Baldarena se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
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EL GRITO DE GOL

 


   "Con solo empatar ya éramos campeones", dijo, llorando sentidamente, cuando faltaba medio minuto para terminar el partido. De pronto sintió un vacío en el alma y sin poder resistir la tristeza que se abatió sobre su espíritu ni pensar en nada más que en borrar de su memoria el fracaso, corrió hacia el balcón y se arrojó al vacío. 

   Durante los sesenta y ocho pisos que lo separaban del suelo y la muerte sucedieron muchas cosas: tres segundos después del salto fatal, fue viendo a través de los ventanales del edificio el penal a favor de su equipo, la ejecución del mismo, el gol del empate y la alegría de todos aquellos que mantuvieron la fe hasta el último instante. Sin embargo, su último recuerdo de despedida que se llevó al más allá fue una mano amiga que lo saludó desde el balcón del segundo piso. 

   Se trataba de un tipo que salió para ver quien era aquel hincha que gritaba "goool", más alto que todos los hinchas juntos. 

                                                                                   

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EL HACHERO DEL FIN DEL MUNDO

 


El hachero estaba en el monte desde la mañana temprano y calculó que el último hachazo que derribaría el árbol milenario estaba cerca. Siguió golpeando una, dos, tres veces, y al cuarto hachazo sintió la primera queja lastimosa del árbol y, en seguida, una fuerte sacudida que lo lanzó hacia un costado. Entretanto, el suelo osciló unos instantes en un lento balanceo hasta que, finalmente, el mundo se desprendió del árbol y en un vertiginoso irse infinito se perdió en la negrura del abismo cósmico. La suerte del hachero fue que alcanzó a abrazarse al tronco, sino...

                                                                            

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EL HACHERO DEL FIN DEL MUNDO por FRANCISCO A. BALDARENA se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
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LA PRINCESA Y EL SAPO

 Si me das un beso me convertiré en príncipe, le dijo el sapo con sueños de grandeza a la princesa. Pero la princesa, que por ser hija única de un rey moribundo ya tenía sueños de futura reina, estaba clara que las princesas solo se tornan reinas cuando no hay príncipes en la costa. De manera que, ante la sucia propuesta del batracio, le dedicó una carcajada en la cara y de una violenta patada despejó aquella infame piedra de su camino. 

                                                                        

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LOS VISITANTES DE LAS ESTRELLAS

 Hubiera sido una noticia extraordinaria. Cuando las compuertas de la nave alienígena se abrió, con asombro vimos que los visitantes de las estrellas eran unos pocos ancianos, algunos adultos y muchos niños, tan humanos como nosotros y hablando una lengua parecida al esperanto. Después de algún tiempo trascendió en los medios de comunicaciones que eran los descendientes de los últimos en abandonar su planeta con nombre extraño hacía ya bastante generaciones y que el motivo de la huida se debió a que habían evolucionado tanto que el aire se tornó casi irrespirable, el agua escasa y la poca que quedaba imposible de ser ingerida, además de la violencia, el hambre y las guerras que estaban acabando con todos. 

   Como dije hubiera sido una noticia extraordinaria, sino fuera nuestra historia de mañana contada por otros hoy. 

                                                                                   

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DOS PALABRAS

 El artesano terminaba de fabricar una baratijas de lata que le había encomendado un judío dueño de una tienda, cuando recibió la visita de un ser invisible. El ser tomó un cubo con agua y un vaso y por medio de chorritos escribió sobre la tierra que deseaba tener rostro, habla y movimiento. El artesano, no muy bien repuesto del susto de haber visto un cubo y un vaso flotando en el aire y del chorro de agua escribir un mensaje, pensó que se tratase de un alma en pena buscando la paz eterna. Sintiéndose un tanto ridículo, le habló al aire que debía ser más específico, de otra manera no sabría qué hacer ni por dónde comenzar. De manera que el ser volvió a usar el mismo método para escribir lo siguiente: "te veré en sueños". Y esa noche el ser se le presentó en sueños y le explicó quién era. Por la mañana el artesano, a la vuelta de la entrega del comerciante judío, se puso a trabajar y para la noche ya tenía el rostro listo, pero los mecanismos para darle movimiento le llevó un par de días, y la parte del habla le demandó más tiempo, aunque solo consiguió hacerle dos palabras nada más, pero que si repetidas hasta el hartazgo podían llegar hasta el mismo infinito. Cuando hubo terminado no necesitó hablarle al aire para avisarle al ser que ya estaba listo su pedido, porque éste ya le había advertido que estaba presente en todos lados. Cuando el ser invisible incorporó el rostro, el artesano le preguntó: 

   ¿Y qué tal, le gustó, jefe?, y el ser invisible le respondió con las únicas dos palabras de su limitado lenguaje: 

   Tic tac. 

                                                                                

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EL SUICIDA Y EL LOCO

    Rapallo, Genova -  Febrero de 1883  Parado al borde del acantilado, Amedeo flexionó las piernas y cuando estaba a punto de dar el gran s...