martes, 25 de agosto de 2020

CORAZÓN DE HIERRO


El cardiólogo había sido claro y determinante: "Señor Lauría, su corazón es de hierro". 

   Lo que Lauria tenía y tanto lo afligía, en realidad, se llamaba "falta de dinero" y su único remedio, "más horas extras". Con esos pensamientos el señor Lauría se dirigía a la parada de colectivos cuando en el umbral de una puerta vio un maletín. Fingió buscar algo en los bolsillos mientras paseaba la vista hacia todos lados, no vio a nadie que le prestara atención.  

   Nunca había sido de hacerse de nada ajeno aunque sea un tornillo de la fábrica, pero siempre hay una primera vez para todo, más cuando se trata de un maletín olvidado junto a una puerta y más aún cuando se vive en la miseria; en esos momentos la imaginación vuela y no se piensa en papeles sin importancia ni en documentos de vaya uno a saber de qué, sino en plata, mucha plata. 

   Listo, agarró el maletín, se lo puso debajo de un brazo y apuró el paso a casi parecerse a correr. Paró el primer colectivo que pasaba. 

   Hasta la terminal, le dijo al chofer. Había poca gente, con lo que se sentó en el fondo, donde de inmediato abrió el maletín.  

   Lauría tenía los ojos color castaño oscuro pero de pronto se pusieron verdes, porque en el maletín solo había fajos y fajos de dólares. Lauría contaba y contaba; ya iba por los diez mil y todavía quedaba como veinte veces o más esa cantidad. 

   "Selor Lauría, su corazón es de hierro", le había dicho el cardiólogo, sin embargo parecía fallarle. Unos minutos antes le preocupaba la falta de dinero y al futuro lo veía negro, sin embargo,  su corazón como si nada, y ahora que sus problemas habían acabado hasta el día de su muerte su corazón parecía querer fallarle. 

   De pronto, colectivo frenó y subió un tipo con cara rara; Lauría atinó a bajarse allí, pero el chofer no le dio tiempo de tocar el timbre, arrancando de inmediato. 

   "En la próxima", se dijo, justo cuando el tipo de cara rara anunció un asalto. 

   Pásen todo lo que tengan, ordenó, apuntándoles a todos los pasajeros con una pistola. 

   En ese momento Lauría, sintió una puntada en el pecho y cuando el ladrón llegó junto a él su corazón de hierro latió por última vez.  

Licencia Creative Commons
CORAZÓN DE HIERRO por FRANCISCO A. BALDARENA se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.
Basada en una obra en https://creativecommons.org/choose/?lang=es#metadata.

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