sábado, 22 de agosto de 2020

CHANDRA Y EL TIGRE

 

1 - El Príncipe 

Como cada mañana, Chandra, después del desayuno, salió a ejercitarse. El ejercicio consistía en trotar por uno de los varios senderos que había en la selva que rodeaba el palacio como un anillo verde. 

   A Chandra le placía ejercitarse cuando la niebla, blanca y fresca, recién empieza a disiparse. 

   Chandra iba sin escolta, no negociaba el bienestar que sentía cuando se encontraba solo, ni permutaba cada momento de absoluta libertad. El rajá Appana no aprobaba tal descuido:"En la selva el enemigo y el tigre cuando llegan no anuncian su llegada", repetía, pero no le quedaba otra que aceptar los deseos de su primogénito. 

2 - El Susto

    El trecho por el que pasaba ahora era demasiado angosto, el follaje formaba dos paredes de hojas húmedas; por eso ya no trotaba sino que caminaba con cuidado, empeñándose sin éxito en evitar que el roce en las hojas no le humedeciese el salwar.*  Algo muy parecido a un rugido, débil, como lejano, lo asustó. Chandra se lanzó hacia adelante a todo lo que pudo hasta que el sendero volvió a ensancharse; allí se detuvo para un respiro, sudaba y jadeaba. Apoyó las manos en los muslos y torció la cabeza. No vio nada amenazador, pero ya estaba suficientemente inquieto; la selva, la cual siempre le había parecido poco peligrosa, ahora se parecía a lo que pensaba su padre sobre ella. 

   Chandra continuó hasta un alto roble en el medio del sendero,  donde solía tomarse un respiro de unos pocos minutos antes de pegar la vuelta, no esta vez. De allí en adelante aminoró la marcha y siguió hasta llegar a una bifurcación, donde tomó otro sendero que también conducía al palacio. Un considerable rodeo, pero lo prefería a tener que volver a pasar por donde había oído el rugido.  

   Durante el trayecto Chandra por varias veces oyó o creyó oír pasos y ruidos a los costados, la idea de un tigre acechando entre la maleza, listo para saltarle encima, no le salía de la cabeza. 

   El recorrido hasta llegar al palacio duró lo que dura la eternidad. 

3 - El Tigre 

Durante el resto del día Chandra no volvió a poner un pie fuera del palacio y la mayor parte del tiempo se la pasó en la biblioteca observando la selva desde los ventanales, y aunque no vio nada  inquietante, el susto de la mañana siguió perturbando sus pensamientos hasta que se fue a dormir y más allá incluso, porque esa noche tuvo un sueño extraño. 

   Chandra soñó que era un tigre. Seguía el rastro de un jabalí por la selva aún neblinosa. De pronto llegó a un sendero, huellas en la tierra húmeda delataban que el animal había pasado por allí recientemente. Olfateó el aire y justo cuando iba a cruzar al otro lado un hombre le pasó a centímetros del hocico. Aquella irrupción inesperada le arrancó un débil rugido y, por instinto, lanzar un zarpazo hacia adelante. Entretanto, no se atrevió a moverse del lugar y por entre las hojas se quedó observando al hombre, que se alejaba a la carrera. Más adelante, lo vio detenerse, mirar en su dirección y enseguida alejarse corriendo. 

   Y el sueño de Chandra acabó por allí mismo. 

4 - El Llamado 

A la mañana siguiente, Chandra se levantó temprano como siempre; observó el tiempo por la ventana de su habitación. La niebla, con su manto blanquecino y húmedo, flotaba, casi inmovilizada, en todo.

   Para después del desayuno, aprensivo por los últimos acontecimientos, Chandra se había recluido en la biblioteca. 

   Leía cuando un rugido retumbó en la mañana... 

* salwar: pantalón antiguo       

Licencia Creative Commons
CHANDRA Y EL TIGRE por Francisco Anselmo Baldarena se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
Basada en una obra en https://creativecommons.org/choose/?lang=es#metadata.

                                                                 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

EL SUICIDA Y EL LOCO

    Rapallo, Genova -  Febrero de 1883  Parado al borde del acantilado, Amedeo flexionó las piernas y cuando estaba a punto de dar el gran s...