El Papa bajó a la plaza San Pedro y se acercó a saludar a la multitud. Tomó en sus brazos a un bebé que una madre le alcanzó, le dio un beso en la frente y lo bendijo, después lo devolvió a los brazos de la madre y prosiguió su marcha, saludando con gestos de cabeza y ofreciendo sus manos para que los fieles devotos pudieran besarle el dorso. De pronto un hombre estiró el cuerpo sobre la valla protectora y cuando el Santo Padre pasó a su lado, sin decirle una palabra, le dio un cachetazo. El Papa retrocedió, se le notó en el rostro la sorpresa inmediata y la ira posterior, entonces, al segundo, amagó revidar con un puñetazo, pero los fieles, que estaban cerca, le ganaron de mano y arrastraron al agresor lejos de él.
Minutos más tarde el agresor estaba en la seccional de policía delante del comisario para el interrogatorio.
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Bueno, responda, ¿por qué le ha dado una cachetada al Santo Padre?, preguntó el comisario.
El hombre dio de hombros y dijo con calma:
Tenía una duda, doctor.
Ajá, una duda, ¿y cuál era la duda?, preguntó el comisario.
Quería saber si sería capaz de ofrecer la otra mejilla, como dijo Jesús que hay que hacer, respondió el agresor, con la mayor naturalidad del mundo.
LA DUDA por FRANCISCO A. BALDARENA se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.Basada en una obra en https://creativecommons.org/choose/?lang=es#metadata.
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