miércoles, 19 de agosto de 2020

LA VACANTE

 


El anuncio en el poste decía: "CIRCO NECESITA CHICA PARA LA RUEDA GIRATORIA CON URGENCIA: muy buena paga en el acto" 

   La muchacha, cansada de tanto buscar trabajo durante meses y meses sin conseguir ninguno, pensó que quizás por tratarse de un circo y por lo arriesgado del trabajo no tendría demasiadas candidatas contra quién disputar un lugar. Cosa que no ocurría con otros anuncios, donde debía enfrentar una larga fila, una interminable entrevista y, al final, la más guapa se quedaba con la vacante. 

   Llegó temprano a la entrevista y para su felicidad comprobó que fue la única a presentarse. El dueño del circo le dijo que volviera por la tarde para ensayar y le recomendó que no comiera nada, porque seguramente al empezar a girar vomitaría toda la comida. A eso de las dos de la tarde la muchacha regresó y, enseguida, fue presentada al lanzador de cuchillos. Media hora después estaba girando como una rata de laboratorio mientras rezaba como una monja para que el lanzador no fallara ningún lanzamiento, haciendo que muriera sin al menos recibir la paga por adelantado. Pero todo ocurrió bien y la muchacha fue descolgada sin ningún rasguño, apenas un leve mareo como lo único desfavorable para resaltar. 

   Por la noche el circo estaba repleto. En un dado momento el presentador anunció la próxima atracción: la rueda giratoria y el lanzador de cuchillos. La muchacha fue atada a la rueda, la rueda empezó a girar y el lanzador a lanzar los cinco cuchillos. Tras el último lanzamiento, la multitud entusiasta aplaudió largamente la destreza del lanzador, que no había fallado ningún lanzamiento, todos habían dado en el blanco: la muchacha. 

 Licencia Creative Commons

LA VACANTE por FRANCISCO A. BALDARENA se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.
Basada en una obra en https://creativecommons.org/choose/?lang=es#metadata.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

EL SUICIDA Y EL LOCO

    Rapallo, Genova -  Febrero de 1883  Parado al borde del acantilado, Amedeo flexionó las piernas y cuando estaba a punto de dar el gran s...