Gualberto García había nacido con un don especial: cuando soñaba veía todo lo que sucedería a su alrededor dentro de poco tiempo. Pero nunca se atrevió a rebelárselo a nadie; primero porque desde chiquito tenía miedo de que lo castigaran adjudicándole la culpa de las desgracias; después, más crecidito, porque se dio cuenta de que no bien sus parientes, principalmente el hermano mayor, que no se jugaba el alma al truco porque no podía agarrarla, se enteraran de su don especial no lo dejarían en paz hasta el último día de su vida para saber cuál número saldría a la cabeza en la quiniela, y por último, porque no estaba dispuesto a pasarse toda la vida con la cabeza llena de cables en algún laboratorio secreto del gobierno donde, como mínimo, lo estudiarían hasta que muriera de viejo. Cuando Gualberto se ponía triste, significaba que ya sabía que fulano enfermaría gravemente o que mengano moriría de un momento a otro. En esos días se sentía el hombre más infeliz de la tierra, porque veía al futuro difunto siguiendo la vida como si nada, ajeno al fatal destino que venía pisándole los talones, mientras él sufría por dentro por la desgracia ajena; y lo mismo le ocurría cuando se aproximaba alguna catástrofe que asolaría al pueblo. Al pisar los cuarenta Gualberto se encontraba solito en el mundo, entonces ocurrió que una noche soñó con su propia muerte. Afligido como no lo había estado nunca, resolvió contarle el sueño a un amigo, eso y la verdad sobre su don especial. De eso hace ya veinticinco años y todavía Gualberto García está vivito y coleando.
Si tan solo hubiera abierto la boca la primera vez, es lo que se repite cada día de su vida.
Don Especial por Francisco A. Baldarena se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.Basada en una obra en https://creativecommons.org/choose/?lang=es#metadata.
No hay comentarios:
Publicar un comentario