domingo, 18 de octubre de 2020

LA REALIDAD


 Estaba recostado en la pared, inmóvil y con los brazos, dos apéndices inútiles, vencidos al costado del cuerpo. Las lenguas de fuego, que rabiosamente escapaban por la puerta y las ventanas de su casa, del otro lado de la calle, bailaban en el brillo de sus ojos de mirada perdida. El mundo a su alrededor era como si ya no le perteneciera, no oía los gritos de la gente ni el crepitar incesante de las llamas, ni los pasos apresurados de los que acudían con baldes cargados de agua ni la creciente intensidad sonora de las sirenas de los bomberos y las ambulancias que venían al socorro del siniestro. De pronto alguien emergió de las llamas y eso lo sacó del sopor mental que hasta ahí lo constituía y lo trajo de vuelta a la realidad de su entorno. Era la figura chamuscada de su padre; vencido ya, él se arrodilló en la vereda y empezó a llorar desconsoladamente mientras abrazaba a aquel pequeño cuerpo inerte y sin vida que era el suyo. 
 

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La Realidad por Francisco A. Baldarena se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
Basada en una obra en https://creativecommons.org/choose/?lang=es#metadata.

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