La primera medida que tomaron los nuevos dueños del castillo, deshabitado durante décadas, fue despojarlo del polvo, que llegaba a varios centímetros. A los pocos minutos cuando el aire se vio inundado en una polvareda infernal, se escucharon varias voces tosiendo. En un principio, cada uno de los dueños creyó que las toses provenían de algunos de ellos, pero mientras se preguntaban sobre ello se dieron cuenta que ninguno había tosido. Sin dudas, se trataba de fantasmas que habitaban el castillo. Dos días después llegó la medium para elucidar el enigma. Asombrados, vieron cómo la exhalación octoplasmática de la medium invadía todo el recinto donde se encontraban reunidos y que, después de pasados algunos minutos, hacía contacto con las invisibles entidades, comunicándose con los espectros murmurando palabras ininteligibles. Posiblemente una lengua arcaica, pensaron los dueños. Cuando la medium volvió del trance, les comunicó lo que había descubierto: que los fantasmas que allí habitaban eran alérgicos al polvo y que les daban un ultimatum: si no compraban aspiradoras eléctricas urgentemente se verían obligados a hacerles la vida imposible.
LOS FANTASMAS DEL CASTILLO por Francisco A. Baldarena se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
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