Planeta Tierra, en una dimensión paralela. Corre el año 33.
Hay en la ciudad de Jerusalén un hombre místico, llamado Jesús, que tiene la misma edad del ano, pues los años han empezado a contabilizarse a partir de su nacimiento, al que le ha sido impuesta una correa de cuero alrededor de su cabeza y que por delante le tapa la boca, a modo de bozal, impidiéndole así el habla. Tiene, sin embargo, autorización del gobierno a cuatro intervalos diarios para sacarse el bozal para su alimentación, que corresponden al desayuno, el almuerzo, la merienda y la cena, aunque hay veces que por falta de dinero come una o dos veces al día, ya que él es, además de místico, carpintero, pero resulta que en Jerusalén desde hace veinte años se ha instalado una sucursal de Ikea, que fabrica muebles hechos con maquinarias robotizadas y por lo tanto los muebles cuestan bien más barato que los hecho a mano.
Un día llegó a la ciudad un viajero procedente de otra dimensión preguntando por el místico. Rápidamente le dieron la descripción de Jesús, el místico carpintero y también le contaron lo de la correa de cuero.
¡Qué!, ¿cómo es posible que hayan hecho esa abominación con el hijo de Dios? El viajero no lo podía creer (no se sabe por qué se sorprendió ya que en su dimensión lo habían crucificado vivo y dejado morir a la suerte de Dios, que por cierto brilló por su ausencia).
Por eso mismo, por decir semejante disparate, lo hemos obligado a andar de boca cerrada, contestó el interlocutor.
Pero ¿cómo es posible que vivan sin esperanza?, le preguntó el viajero.
Lo que pasa es que nos gustan las soluciones inmediatas, del tipo "aquí y ahora", por eso cuando el místico carpintero empezó con promesas para después de la muerte por parte del supuesto padre superpoderoso hemos optados, antes de cortar su lengua y quebrar sus brazos para que ni siquiera escribiese lo que proclamaba, taparle la boca con el bozal de cuero. Pero ¿por qué pregunta por él?, se interesó el interlocutor. Entonces el viajero le contó la vida del místico carpintero en su dimensión.
¿¡Qué, lo han crucificado vivo!?, y todavía usted tiene el tupé de cuestionar nuestro proceder. Mire, lo invito a volver a su dimensión lo más rápido posible antes que sea obligado a usar un bozal usted también, le aconsejó el interlocutor.
El viajero prometió que no tocaría más en el asunto, con lo que las autoridades lo dejaron circular tranquilamente. El viajero dejó pasar algunos días hasta que fue a la carpintería del místico carpintero; su intención, desde el principio, era convencer a Jesús a acompañarlo a su dimensión, pues la vida, pasados más de dos mil años de su aparición, había perdido el rumbo civilizatorio y ya rayaba en lo salvaje. Como llegó a la carpintería antes del mediodía tuvo que esperar la hora del almuerzo para poder parlamentar con Jesús; pero el místico carpintero, después de escuchar con suma atención lo que el viajero le contó lo sucedido con él en el pasado y en la mierda que había devenido el mundo, sopesando los pros y los contras, es decir cruz y bozal y quién sabe lo que vendría después, para decepción del viajero, el bozal pesó más en su espíritu, de manera que le dijo, antes que el viajero se marchara:
Antes un bozal que desangrar en una cruz, aunque la Ikea me cague la vida y coma un día más o menos y otro mal.
Pero eso sucedió hace más de dos mil años, Jesús, le advirtió el viajero.
Lo que quiere decir que me puede suceder cosa peor, dijo el místico carpintero, y en seguida volvió a sujetarse el bozal, dando así por cerrada la conversación.
ANTES EL BOZAL QUE LA CRUZ por FRANCISCO A. BALDARENA se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
Basada en una obra en https://creativecommons.org/choose/?lang=es#metadata.
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