miércoles, 4 de noviembre de 2020

SUEÑOS BLANCOS, VACÍOS

 

Voces violentas protestando contra el gobierno lo despiertan. Asoma la cabeza escondida debajo del cartón al día que ya amaneció hace quién sabe cuándo. Se desentumece, desarticulando trabajosamente los huesos después de una noche entera en un acurrucamiento de caracol. Recostarse contra la pared también le demanda un considerable esfuerzo. Siempre es así desde hace mucho, despertar cansado, no importa lo mucho que haya dormido. 

   Hace frío, como conviene al invierno que llegó temprano pero que él no sabe porque él esta al margen de casi todo, esas tantas cosas con las que se preocupa la gente; los días son fríos o son calurosos, o no muy fríos ni tal calurosos, y ya, para qué saber más, qué gana con saber eso. El año en que está, la fecha y el mes es un enterarse involuntario, a la fuerza, le llegan desde voces anónimas que pasan por la vereda, como tantas cosas que sabe sin querer saberlas. 

    Se arropa con los trapos que dejó caer a un lado al erguirse y busca en una bolsa mugrienta una petaca. La encuentra, toma un trago y se queda a la pesca de una cara que le parezca amigable entre las que pasan para mangarle un faso. El cigarrillo le hes concedido, bebe otro trago y sus ojos cansados se apoderan de la masa en movimiento que lo ha sacado del olvido momentáneo que representa estar dormido. Miles de hombre y mujeres pasando delante suyo y haciendo que no lo ven, sin embargo, saben que él sabe que ellos fingen no saber que él está ahí. Él larga un chistido y se dice que todo ese circo es una reverenda mierda. Cuántas veces ha visto lo mismo, cuántas veces todo siguió igual. Nunca nada cambia, ni para él ni para nadie, pero parece que solo él lo sabe. De seguro, por eso un día se tiró en la vereda y no salió más de ahí. Después de cinco o seis intentos fallidos de obtener otro cigarrillo vuelve a acomodarse entre los trapos y vela el mundo cerrando los párpados, detrás de ellos se hunde en un sueño blanco, vacío. Más allá, en la procesión que continúa gritando al cuete, el sueño ajeno pretende inútilmente no ser igual al suyo.

                                                                              

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SUEÑOS BLANCOS, VACÍOS por Francisco A. Baldarena se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
Basada en una obra en https://creativecommons.org/choose/?lang=es#metadata.

FUCK YOU

 


Un hombre, sentado en la terminal de colectivos de Luján, observa la conversación por señas de dos mudos, sentados cerca suyo, y que a él, por alguna oscura razón, le resulta cómica. De pronto, nota que las señas se parecen más a ademanes violentos que a simples señas de una conversación. 

   El hombre se pone tenso y se levanta. Ahora los mudos se rozan las caras con dedos frenéticos que señalan quizás mutuos agravios. El hombre empieza a caminar hacia ellos, piensa que debe intervenir a fin de evitar una pelea. Los mudos empiezan a empujarse y en seguida un par de cachetadas, errando el blanco, pasan rozándoles las mejillas. 

   Ahora el hombre corre hacia ellos, que persisten en una discusión que él presiente que va a camino de una lucha corporal, donde quizás ambos salgan heridos. 

   El hombre llega y los aparta, poniendo ambas manos sobre sus pechos, pero los mudos lo hacen a un lado y él vuelve, con dificultad, a interponerse en el medio. Siente en la cara el viento de las cachetadas que los mudos se lanzan sin parar. Sin embargo, eso lo tiene sin cuidado, solo quiere que los mudos no se lastimen. 

   ¡Paren! ¡Paren, muchachos!, les dice, aunque quizás no sea escuchado, ya que es muy probable que, además de mudos, también sean sordos. De pronto consigue empujar contra la pared a uno y cuando quiere empujar al otro, irrumpe en la escena otro hombre, que ha estado presenciando todo. 

   ¿Hey, qué piensa que está haciendo?, le dice el recién llegado. 

   ¿Cómo que qué estoy haciendo, no ve que los estoy apartando para que no se maten a golpes?, responde el apartador mientras sigue su lucha contra los peleadores. 

   ¿Y de dónde sacó que están peleando, no ve que solo están jugándole una broma?, le aclara el recién llegado. 

   ¿Cómo que una broma, y usted cómo lo sabe eso si acabó de llegar?, retruca el apartador esquivando los manotazos que pasan a centímetros de su nariz. 

   No es nada de eso, señor. Yo estaba parado detrás de usted y vi todo y, además, conozco el lenguaje de señas porque tengo una hermana muda, y a ellos también los conozco; viven cerca de mi casa, explica.

   ¿Entonces... ?, pregunta el apartador, empujando a los mudos. 

  Yo le explico: los muchachos estaban conversando sobre cualquier tontería cuando notaron que usted no les sacaba los ojos de encima, entonces pensaron hacerle una broma, fingiendo que peleaban para ver su reacción. 

  ¿Una broma, una broma de mal gusto, por cierto?, arguyó el apartador. 

  Y bueno, son chicos, responde el recién llegado. 

   ¡Son chicos!, son chicos sí, que darían buenos actores, dice el apartador mientras se mete la camisa dentro del pantalón. 

  Tiene razón, pero deje que le explique todo desde el principio: después que se propusieron jugarle la broma, este (señaló a uno) dijo: "Mira cómo se pone serio", y este otro (señaló al otro) respondió: "En cualquier momento se para", que fue el momento en que usted pareció ponerse nervioso. Después este volvió a decir: "Ya se paró", ahí fue cuando usted se paró, y este: "Sí, y mira la cara de preocupado que pone". Entonces este dijo: "Ahí viene, no te dije", y este respondió: "Sí, dale, hagamos más espamento". En eso usted empezó a caminar hacia ellos. Ahí, cuando usted empezó a correr hacia ellos, este dijo: "Dale, dale que empezó a correr", y este otro: "Seguro que piensa que nos vamos a agarrar a las piñas en serio". Y mientras usted tentaba separarnos, este dijo: "Mira cómo se desespera por apartarnos", y el otro: "Sí, pero sigamos simulando que ahora el asunto se puso bueno". Hasta que usted empezó con los gritos para que pararan; de ahí en más no dijeron nada más, sino que apenas continuaron con la pantomima. 

   ¡Pedazos de mierda!, les dice el apartador a los mudos, pero el recién llegado lo alerta de que ellos también son sordos. 

   Entonces hágame el favor de decirme qué seña corresponde a que se vayan a la mierda. En ese momento los mudos, que sabían leer los labios, estiran los brazos hacia él, cierran los puños, giran los pulsos hacia arriba, desprenden los dedos medios y un segundo después, entre risitas cómplices, salen corriendo. 

   Así es como se dice en señas, le contesta el recién llegado, aunque ya no hace falta, el apartador de peleas lo ha comprendido en el acto.

                                                                                 

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FUCK YOU por Francisco A. Baldarena se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
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DUBBIO RAGAZZO

 Carletto, inseguro del amor de Marietta, su primera novia, intentó descubrir si ella lo amaba a través del deshoje de una Margarita. "Me quiere no me quiere, me quiere no me quiere"; así estuvo repitiendo, hasta acabar con un último "no me quiere". Intentó una vez más con otra Margarita, porque de pronto, pensó, puede que aquella flor estuviera mintiendo. Y, efectivamente, comprobó que aquella Margarita sí mentía porque esta vez terminó con un "me quiere". Pero, aún confundido, se volvió a preguntar, ¿y si ambas mienten? Ésto lo afligió porque significaba que continuaría en la incertidumbre. Y en esa confusión se mantuvo toda la tarde, intentando con otras variedades de flores, y para el final del día el jardín de su madre parecía haber recibido el ataque despiadado de un ejército de hormigas hambrientas. Acortando la historia; esa misma noche el inseguro Carletto rompió con Marietta, arguyendo que era emocionalmente inestable. 

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NUBLADO



Hoy por la tarde, el circo que llegó al pueblo a principio de semana, anunció para la función de esta noche la extraordinaria atracción del hombre lobo. La gente se inquietó porque esta noche habrá luna llena, pero al dueño del circo le dio lo mismo. 
   
   No hay ningún peligro, dijo, hoy está nublado. 

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martes, 3 de noviembre de 2020

SUPLICIO

 La muerte la acechaba. Presentía como si un ser hambriento la comiera por dentro; quería tener el coraje de quitarse la vida, pero no lo tenía. La única salida era el gato de la casa, que siempre veía sentado en el jardín con los ojos cerrados, y que nunca se había molestado en atraparla, quizás por su fama de astuta e inteligente. Pero tan simple le resultaría acabar con su suplicio, apenas un zarpazo y dos mordidas; una muerte rápida como lo es el relámpago, si aquel gato en el jardín no practicara el zen budismo. 

                                                                               

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EQUIVOCADO

 Iba por Florida, mirando vidrieras, cuando lo vio por casualidad entre aquel mundo de gente. De espalda, pero inconfundible; además la chica que lo acompañaba tomada de su brazo corroboraba su sospecha. Atropellando transeúntes fue dándole alcance metro tras metro. Ya estaba muy cerca y podía ver con nitidez que se sostenía en un bastón. "¡Claro que es él!", se dijo y apuró el paso. Hasta que, casi llegando a la av. Córdoba, por fin pudo llegar a su lado. 

   ¡Borges! ¡Maestro!, lo llamó, con voz parecida aun grito. 

   El señor se detuvo, giró lentamente y con una sonrisa le respondió: 

   Siento decepcionarlo, amigo, pero se ha equivocado, Borges hay uno solo. 

                                                                      

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HOMENAJE

 En toda la historia de la humanidad hubieron hombres buenos y hombres malos y a cada uno de ellos otros hombres los eternizaron con estatuas y bustos, pero las palomas, !quién diría!, que no distinguen buenos de malos, les rinden homenaje a ambos por igual. 

                                                       

                                                                       

EL SUICIDA Y EL LOCO

    Rapallo, Genova -  Febrero de 1883  Parado al borde del acantilado, Amedeo flexionó las piernas y cuando estaba a punto de dar el gran s...